Recuerdos bajo las estrellas

El otro día, escuchando uno de mis programas de podcast favoritos, llamado Todopoderosos, me ilustraba con las narraciones de Rodrigo Cortés, que cuando habla, aunque improvise, parece que lo hace al dictado o leyendo algo que tiene preparado. Dijo algo que me hizo reflexionar sobre algo que hace tiempo que tenía en la cabeza y no sabía darle forma.

Rodrigo comentaba que en el cine de Spielberg, el cielo estrellado y claro, la luna iridiscente, es algo que siempre está presente. Desde «Flying to Neverland» de Hook a las bicicletas voladoras en el firmamento de E.T. Y «casualmente» siempre aparecía ahí la música de John Williams.

Es por eso que cuando escuchamos la música del inefable genio de barba blanca nos vienen esos recuerdos tan fantásticos de la infancia que nos hacen volar. Y cuando vemos el cine de Spielberg siempre hay escenas donde el cielo es terriblemente bello y estrellado, y evocan a uno la necesidad de «querer estar ahí, para VOLAR MUY ALTO».

En cierto modo hay situaciones, pensamientos que nos acompañan el resto de nuestra vida. Realidad o ensoñación, algunos tenemos en mente largas noches mirando la vía láctea, pensando lo que allí habría, o cuando podríamos subir allí, a tocarlas.

La edad, los problemas, los sinsabores de la vida, y también porqué no decirlo, la polución de las grandes ciudades, está provocando que poco a poco, mirar a las estrellas empiece a ser un lujo que no esté al alcance de todos. ¿Debemos conformarnos con un futuro gris y sin firmamento para nuestros hijos? Es sólo una idea a desarrollar, pero que conlleva muchas cosas. El medio ambiente, el caos mundial en el que nos hallamos nos hace que nos refugiemos en los recuerdos.

¿Pero qué sucedería si no tuviéramos esos recuerdos?

Quizás por eso algunos nos empeñamos en seguir siendo niños mucho tiempo, querer tener sobre nuestras cabezas un cielo limpio y estrellado, y volar. Volar muy alto. Con todo lo que ello implica.

Un comentario sobre “Recuerdos bajo las estrellas

  1. Que ciertas son tus palabras. Volver a querer tener el cielo estrellado en nuestra mirada es querer sentir libertad, nada de preocupaciones, un infinito de alegría, paz, es querer volver a ser nosotros mismos. Pero ante todo creo que es nuestro «Pepito Grillo» que nos alarma del desvío de nuestro camino, de la pérdida de lo antes mencionado. Hay que volver a mirar a las estrellas.

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